A mediados de septiembre, el ministro de Economía, Luis Caputo, había lanzado una frase que buscaba transmitir calma en medio de la creciente tensión cambiaria: “Vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”. Lo dijo cuando el dólar comenzaba a pegar sus primeros saltos fuertes y llegó incluso a rozar los $1.500, un valor inédito hasta entonces. La declaración buscaba reafirmar la capacidad del Gobierno para defender las bandas cambiarias y garantizar estabilidad. Sin embargo, el poder de fuego disponible duró bastante menos de lo esperado y dejó en evidencia que los cálculos oficiales habían sido, cuanto menos, optimistas. De los US$ 7.100 millones ingresados tras la eliminación temporaria de retenciones al campo —cuyos productores debían liquidar el 90% de las divisas a los tres días de presentar las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior— el Ejecutivo utilizó más de US$ 2.200 millones. Hoy, prácticamente no queda nada.
De acuerdo con estimaciones privadas, hasta este viernes solo permanecían disponibles poco más de US$ 300 millones, un monto que coincide casi exactamente con los vencimientos con organismos internacionales que deben afrontarse este mes. Esos dólares, por lo tanto, ya tienen destino obligado. A este escenario se suma otro problema: la imposibilidad de volver a recurrir al aporte extraordinario del sector agropecuario. Algunos estudios proyectan que, en el mejor de los casos, el agro podría aportar cerca de US$ 950 millones en el último trimestre del año por retenciones, siempre y cuando se liquiden todos los granos pendientes de la campaña 2024/25. Pero otras estimaciones sostienen que el ritmo de ventas no sería tan acelerado, y que lo que podría recuperarse en tres días —como ocurrió cuando el Tesoro se desprendió de esa misma cifra— demandaría entre tres y cinco meses. Según datos preliminares de la Bolsa de Comercio de Rosario, la liquidación de exportaciones de granos alcanzaría los US$ 5.300 millones entre octubre y diciembre, con 16,4 millones de toneladas aún pendientes de venta.
En este contexto de escasez de divisas y crecientes dificultades para sostener la estrategia cambiaria, el Gobierno recibió el jueves pasado un respaldo inesperado y políticamente significativo. El Tesoro de los Estados Unidos intervino directamente en el mercado cambiario argentino a través de una operación del banco Santander, mediante la cual vendió dólares y compró pesos. Movimientos similares habrían realizado también Citi y JP Morgan. Esta señal, inédita en su modalidad, no solo funciona como un gesto político hacia la administración de Javier Milei, sino que además aporta un alivio crucial en un momento en el que las herramientas para controlar al dólar se ven crecientemente acotadas.
Las proyecciones de exportaciones del complejo agroindustrial para este año varían según los informes, pero en general se ubican entre US$ 30.000 y US$ 31.500 millones, lo que implicaría un incremento superior al 10% respecto de 2024, medido en volumen. Sin embargo, el potencial de ingreso de divisas podría verse limitado por la débil evolución de los precios internacionales, que condicionan los montos finales. En el desglose por productos, la soja aportaría algo más de US$ 18.000 millones, seguida por el maíz (US$ 7.200 millones) y el trigo (US$ 2.800 millones). Este desempeño, aunque relevante, podría no ser suficiente para compensar la velocidad con la que el Tesoro debió desprenderse de divisas en las últimas semanas, y deja todavía más en evidencia la importancia del apoyo de Washington para sostener la frágil estabilidad cambiaria.