La calma cambiaria: un esperado equilibrio en la política económica argentina

El equipo económico apuesta a la estabilidad cambiaria como eje central de la recuperación económica en un contexto electoral desafiante. El crawling peg del 1% mensual, junto con una política fiscal y monetaria restrictiva y un manejo salarial prudente, busca consolidar un escenario de desinflación. Según fuentes oficiales, el objetivo es mantener el tipo de cambio controlado y reducir la presión inflacionaria, aunque esto tiene un costo. “El tipo de cambio real multilateral está en niveles históricamente bajos”, señalan analistas, un desafío que podría complicar la competitividad cambiaria hacia 2025 si no se abordan factores como la presión tributaria, los costos logísticos y el acceso al financiamiento.

Uno de los pilares de esta estabilidad es la intervención sobre el dólar financiero, una estrategia sustentada por el esquema de dólar blend y la oferta de divisas provenientes de exportaciones. Según datos oficiales, desde julio se han destinado aproximadamente 170 millones de dólares mensuales para sostener la tranquilidad cambiaria. A pesar de estas medidas, las reservas internacionales netas (RIN) continúan en terreno negativo, lo que dificulta la salida del cepo cambiario. “Los dólares para llegar a las elecciones legislativas parecen estar, pero levantar las restricciones cambiarias no será sencillo”, indican desde el entorno económico, especialmente en un contexto en el que el FMI mantiene reparos sobre la estrategia cambiaria actual.

En este marco, la relación con el Fondo Monetario Internacional cobra relevancia. Si bien Argentina logró acumular divisas en 2024 gracias a las intervenciones cambiarias y el crawling peg, las autoridades del organismo han señalado la necesidad de un cambio de enfoque. “La apreciación del tipo de cambio real y los controles cambiarios amplios podrían dificultar la acumulación sostenida de reservas”, afirmó el FMI en su última evaluación. Las negociaciones buscan un equilibrio: Argentina necesita fondos para fortalecer el balance del Banco Central, mientras que el FMI exige condicionalidades que podrían incluir la eliminación del dólar blend y modificaciones en la política cambiaria. Lograr una convergencia entre ambas posturas será clave para evitar un salto cambiario descontrolado y garantizar la estabilidad económica en los próximos años.