El dato de inflación de agosto en Argentina alcanzó el 4,2%, un número que sorprendió tanto al Gobierno como al mercado, que habían estimado un aumento más moderado del 4% y 3,9%, respectivamente. Si bien la diferencia no fue significativa, la expectativa era que la inflación comenzara a mostrar signos más claros de desaceleración. El hecho de que la cifra no haya comenzado con un “3” generó inquietud, ya que la inflación subyacente o “core” lleva tres meses en niveles elevados, y en agosto escaló al 4,1%, impulsada principalmente por el aumento en alimentos, que registró un 3,6%.
Este escenario plantea desafíos para el Gobierno, que se había comprometido a reducir la inflación de manera más acelerada. “Le está costando bajar”, reconocen fuentes del sector económico, señalando que el ancla del dólar, que sube un 2% mensual, no ha logrado contener los aumentos de precios de forma efectiva. No obstante, algunos especialistas destacan que, a pesar de la resistencia, el aumento registrado en agosto es relativamente bajo considerando los importantes ajustes de precios relativos que han tenido lugar durante todo el año 2024. Al respecto, subrayan que los primeros meses del año estuvieron marcados por incrementos en sectores previamente congelados, como el dólar, alimentos y combustibles, mientras que la segunda mitad del año se ha visto impulsada por ajustes en tarifas, servicios y salarios.
A pesar del impasse actual, se mantiene un moderado optimismo respecto a los próximos meses. Se espera que la tendencia a la baja continúe debido a factores macroeconómicos favorables, como el superávit fiscal y la menor cantidad de pesos en circulación. “La mayor parte del ajuste de tarifas ya se ha realizado”, señalan fuentes oficiales, lo que reduciría la presión inflacionaria en adelante. Además, la reducción del impuesto País, que bajó del 17,5% al 7,5%, también se considera un factor que ayudará a mantener la inflación más controlada en los meses siguientes. De hecho, se estima que en septiembre la inflación podría comenzar con un “3”, lo que sería un indicio alentador de que las políticas están dando resultados.
Sin embargo, los desafíos siguen presentes. A pesar de la desaceleración proyectada, existe preocupación por la resistencia que ha mostrado la inflación a disminuir. “Es la principal promesa de campaña del actual gobierno”, recuerdan analistas, por lo que el éxito en este frente es clave para su estabilidad política y económica. Para lograrlo, insisten en que no se deben tomar atajos, y es fundamental mantener el superávit fiscal y seguir liberando las restricciones cambiarias. Aunque el camino es difícil, existe confianza en que “el esfuerzo dará sus frutos” y la inflación podrá ser controlada en el mediano plazo, algo que sería un alivio para la economía argentina tras años de alta inestabilidad.