Fuerte retroceso de la UCR bonaerense: perdió bancas, se fracturó y llega dividida a las elecciones nacionales

El radicalismo bonaerense atraviesa uno de sus peores momentos electorales en la última década. Después del impulso que había logrado en 2021, de la mano del neurocientífico Facundo Manes y su apuesta por competir con lista propia dentro de Juntos, la Unión Cívica Radical (UCR) sufrió un duro revés en las elecciones provinciales. Perdió seis senadores, ocho diputados y decenas de concejales en toda la provincia de Buenos Aires, lo que marca un retroceso significativo para el histórico partido que, por primera vez en diez años, compitió sin el PRO como aliado principal.

La ruptura de la coalición con el macrismo —que en su momento también incluyó a la Coalición Cívica y al GEN de Margarita Stolbizer— tuvo consecuencias directas. En un escenario dominado por la polarización, donde el peronismo le propinó una amplia derrota a La Libertad Avanza, el radicalismo no logró posicionarse como una alternativa fuerte. “Peor hubiese sido ponernos el buzo canguro violeta, perder la identidad, militar una boleta con la que no estamos de acuerdo y sin espacios en las listas”, sostuvo uno de los candidatos radicales del frente Somos, que agrupó a sectores radicales, macristas y peronistas desencantados.

A las dificultades del contexto electoral se sumaron las divisiones internas dentro del partido. El senador Maximiliano Abad, quien hasta principios de este año presidió la UCR bonaerense y fue responsable del armado de listas en comicios anteriores, se mantuvo al margen de las definiciones y optó por competir en Mar del Plata con su propio espacio vecinal, Nuevos Aires. Esa lista, encabezada por la periodista Gabriela Azcoitía, obtuvo casi un 15% de los votos, detrás del actual intendente Guillermo Montenegro, la kirchnerista Florencia Raverta y el ex jefe comunal Gustavo Pulti.

En el interior del partido, las críticas apuntan hacia la conducción provincial, representada por Miguel Fernández —ex intendente de Trenque Lauquen— y Pablo Domenichini, referente de Martín Lousteau en Buenos Aires. La mayoría de la UCR compitió dentro de la alianza Somos, que alcanzó el 5,25% de los votos (424.671 sufragios), mientras que otro sector se presentó por Nuevos Aires, con el 1,30% (105.685 votos) y listas cortas para concejales.

El contraste con 2021 resulta elocuente. En aquella elección, el radicalismo había logrado tres bancas en el Senado por la Cuarta Sección Electoral, dos por la Quinta y una por la Séptima. En esta oportunidad, de las siete bancas que ponía en juego, solo retuvo una. Desde diciembre, la UCR contará con una senadora por la Sexta Sección y una por la Cuarta. En Diputados, la pérdida fue igual de contundente: de las ocho bancas en disputa, solo logró revalidar una por la Sexta Sección, quedando con apenas cinco diputados provinciales en total.

Las cuentas muestran que la división costó caro. Si los sectores de Somos y Nuevos Aires hubiesen competido juntos, habrían alcanzado el 6,04% de los votos, superando el 5,35% requerido por el cociente electoral Hare para acceder a una banca en la Tercera Sección. En cambio, se quedaron fuera del reparto.

El panorama nacional tampoco luce alentador. En poco más de un mes, la UCR pondrá en juego tres bancas en la Cámara de Diputados de la Nación —las de Facundo Manes, Danya Tavela y Fabio Quetglas—, pero nuevamente lo hará dividida. Un sector se encolumnó detrás del frente Provincias Unidas, mientras que varios intendentes del interior decidieron sumarse a la lista de la Coalición Cívica, encabezada por Juan Manuel López. La razón, según explican en el partido, fue el desacuerdo con la inclusión de Florencio Randazzo como primer candidato en la nómina de Provincias Unidas.

Con fracturas internas, pérdida de representación y sin una estrategia unificada, el radicalismo bonaerense enfrenta un desafío mayúsculo: reconstruir su estructura territorial y redefinir su rol dentro de un escenario político que se reorganiza entre el peronismo y La Libertad Avanza.