En lo que parecía ser un periodo de recuperación para los mercados, el presidente Donald Trump ha logrado algo que pocos imaginaban posible: un doble golpe a la bolsa y al dólar. Este fenómeno, ya bautizado como el “Trump Thump” en Wall Street, se traduce en una caída del 10,5% en el S&P 500 en solo dos días, una caída comparable a las peores caídas de la historia, como el Crack del 29, el lunes negro de 1987 y el desplome pandémico de 2020. Este impacto ha desbordado las expectativas de los analistas y ha dejado claro que los peores días aún pueden llegar, a pesar de las señales previas de estabilización.
El descenso masivo en la bolsa se ha dado gracias a una combinación de medidas agresivas por parte del presidente Trump, que incluyen tarifas elevadas, discursos erráticos y promesas de una supuesta “liberación económica”. Esta receta, aunque puede parecer simple, ha resultado en un desastre para los mercados. Lo más sorprendente de todo es que, en este escenario, el dólar, que tradicionalmente ha sido considerado un refugio seguro en tiempos de crisis, se ha debilitado notablemente. Históricamente, cuando la bolsa cae, el dólar tiende a fortalecerse como un activo seguro; sin embargo, en este caso, ambos activos se desploman al mismo tiempo, dejando a los inversores sin un puerto seguro al que acudir.
El principal factor detrás de esta caída ha sido el aumento de las tarifas impuestas por Trump, que han generado miedo a represalias y han frenado el comercio internacional. Este clima de incertidumbre ha golpeado tanto a la bolsa como al dólar, un activo que ya mostraba señales de fatiga estructural antes de las recientes decisiones políticas. Las tarifas más altas hacen que los productos de Estados Unidos sean menos competitivos en los mercados internacionales, lo que disminuye los ingresos de las empresas estadounidenses. A su vez, el fortalecimiento del dólar hace que los ingresos provenientes de ventas en otros países pierdan valor cuando se convierten a la moneda estadounidense. Como resultado, muchos inversores huyen hacia activos más seguros, como los bonos, lo que lleva a una menor inversión, menos ventas y un debilitamiento general de la economía.
Este escenario se ha dado justo cuando más se necesita un entorno económico predecible. En cambio, Trump ha impulsado medidas que aumentan la desconexión entre la bolsa y el dólar, con aranceles que encarecen los productos, guerras comerciales que frenan los flujos comerciales y promesas de reducir el déficit que, de no implementarse correctamente, podrían agravar aún más la debilidad del dólar. Si alguna vez se pensó que el dólar y la bolsa no podrían estar más desconectados, Trump ha logrado lo impensable, reforzando la idea de que sus decisiones económicas, aunque disruptivas, han tenido un impacto negativo en ambos frentes.