Luciani advirtió sobre “embates contra la Justicia” y reclamó firmeza para enfrentar la corrupción

En un almuerzo organizado por el Rotary Club de Buenos Aires, el fiscal federal Diego Luciani desplegó un durísimo diagnóstico sobre el avance de la corrupción en la Argentina y su impacto en la vida institucional del país. Frente a socios e invitados, y acompañado por el fiscal Sergio Mola y otras autoridades del Ministerio Público, Luciani abrió su exposición con una afirmación contundente: “Desde hace más de 30 años, nuestro país está siendo atacado por gobernantes corruptos que se enriquecen de manera obscena a costa del sacrificio de la sociedad”. En ese mismo sentido, sostuvo que “la gran corrupción es un atentado contra la democracia”, frase que marcó el tono del resto de su intervención.

Durante su discurso, que se extendió por más de media hora, el fiscal calificó a la corrupción como un delito “absolutamente execrable y un atentado contra los derechos humanos, porque la corrupción le priva recursos a los más necesitados”. En sintonía, remarcó que la Justicia debe actuar “con firmeza y celeridad” para alcanzar “sentencias ejemplares” que permitan “recuperar lo que se robaron”. También llamó a observar procesos similares en la región: “Hay que estar muy atentos”, advirtió, mencionando los casos recientes de Perú, Guatemala y Ecuador.

Luciani se detuvo especialmente en la importancia de fortalecer la independencia judicial. Aseguró que esta debe ejercerse cotidianamente “en nuestro despacho”, y que es imprescindible “defenderla con templanza” frente a las presiones del poder político y otros actores influyentes. En esa línea, elogió la figura del procurador Eduardo Casal: “Les aseguro que con el doctor Mola y nuestro equipo de trabajo no podríamos haber realizado nuestro trabajo con la libertad e independencia con la que lo hicimos si no hubiésemos tenido un procurador como el doctor Casal, un ejemplo de integridad y de rectitud”.

El fiscal dedicó un tramo sustancial de su exposición a cuestionar los intentos de modificar el funcionamiento de la Justicia durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Enumeró iniciativas como la reforma judicial de 2020 para designar jueces federales, los cambios proyectados en la ley del Ministerio Público Fiscal —“que tuvo media sanción y nos ponía en riesgo a nosotros, ponía en riesgo la autonomía y nos debilitaba frente al poder político”—, el incremento de representantes políticos en el Tribunal de Enjuiciamiento del MPF y la creación de una comisión para revisar la labor de la Corte Suprema, “encabezada por el abogado que defendía a la expresidenta entonces acusada por hechos graves de corrupción”. También denunció que jueces y fiscales fueron blanco de “operaciones y espionajes nefastos”, hackeos y maniobras de intimidación.

Como era previsible, Luciani repasó capítulos clave del caso Vialidad, que culminó con la condena a Cristina Kirchner por fraude al Estado. Explicó que su equipo debió analizar “cien cuerpos de la causa principal, 51 procesos licitatorios” y miles de expedientes anexos. Destacó que el juicio demandó “más de 3 años, 130 audiencias, 600 horas de debate” y subrayó la dificultad de “juzgar al poder mientras está en el poder”. En su evaluación, organismos como la Oficina Anticorrupción y la Unidad de Información Financiera “realizaron un papel vergonzoso” y “se transformaron en una defensa más”.

El fiscal también volvió sobre su alegato, en el que acusó a Néstor Kirchner y Cristina Fernández de haber instaurado en Santa Cruz “un auténtico sistema de corrupción institucional”. Reiteró que Lázaro Báez, sin bienes declarados al inicio de la gestión kirchnerista, adquirió en 12 años más de 420.000 hectáreas y cientos de propiedades. “Esto es la corrupción. Esto es lo que le quitan a las personas más vulnerables”, afirmó.

Luciani recordó además episodios de hostigamiento político y mediático, incluyendo la frase del entonces presidente Alberto Fernández: “Nisman se suicidó. Yo espero que Luciani no se suicide”. Para el fiscal, ese mensaje fue un punto de extrema gravedad en el marco del juicio. “Por eso nosotros en nuestro alegato dijimos una frase cargada de mucho sentido: esto es corrupción o justicia”, concluyó. “Hoy podemos decir: es justicia”.