El ministro de Economía, Luis Caputo, permanece en Washington en plena negociación de un paquete de asistencia financiera que podría superar los US$ 20.000 millones, en un intento urgente por calmar los mercados y contener las presiones cambiarias de cara a las elecciones del 26 de octubre. El funcionario viajó sorpresivamente el viernes a Estados Unidos junto a su equipo económico, tras una semana marcada por tensiones financieras que dieron señales de alerta: aunque los bonos en dólares cerraron sin mayores cambios, el dólar oficial y el minorista subieron 7,4%, el contado con liquidación trepó 3,7% y las acciones argentinas medidas en dólares cayeron casi un 3%.
Según trascendió, Caputo mantuvo contactos técnicos informales con colaboradores del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, durante el fin de semana. Este lunes prevé reunirse con Michael Kaplan, subsecretario de asuntos internacionales del Tesoro y hombre clave en la estructura económica de Estados Unidos. En paralelo, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, reveló el viernes que habló con Bessent para “coordinar la ayuda financiera a la Argentina” y adelantó que espera ver al equipo económico en los próximos días. La hipotética asistencia generó cierta controversia luego de que Bessent dijera que el entendimiento incluiría “un swap” y aclarara que “no iban a poner dinero” directamente en el país.
Entre las alternativas que están sobre la mesa, el instrumento central sería un swap de monedas por tramos de hasta US$ 20.000 millones. Este tipo de préstamo, destinado a reforzar reservas, permitiría a la Argentina recibir divisas fuertes, como dólares, a cambio de pesos, con el compromiso de devolver los fondos en el futuro. Argentina ya posee un swap con China por US$ 18.000 millones, del cual utilizó US$ 5.000 millones. Sin embargo, este nuevo paquete debería financiarse con el Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro de EE.UU. Una cifra de esa magnitud absorbería, según el exfuncionario Brad Setser, el 95% de los recursos del organismo.
Otra opción sería recurrir a las tenencias estadounidenses de Derechos Especiales de Giro (DEGs), la moneda que utiliza el FMI para operaciones internas. Según estimaciones del ESF, hay disponibles unos US$ 173.000 millones en estos activos. El economista Héctor Torres, exrepresentante argentino ante el Fondo, advirtió que los DEGs podrían emplearse para pagar deuda o respaldar nuevas líneas de crédito, aunque precisó que “todo sigue siendo conjetural e indefinido”. En la misma línea, la consultora LCG calculó que podrían liberarse hasta US$ 5.400 millones hasta finales de 2026.
Caputo también evalúa la posibilidad de recomprar bonos argentinos en el mercado secundario. Esta idea había sido esbozada por el propio Bessent y retomada hace pocos días por el presidente Javier Milei. “Tiene que ver con la posibilidad de recomprar títulos en el mercado secundario y compartir la ganancia”, había planteado el mandatario, aunque operadores en Wall Street lo ven con cautela: “Veo difícil que Estados Unidos quede atrapado en caso de un colapso con bonos argentinos”, advirtió un analista.
El gobierno también exploró la chance de tomar un préstamo tipo repo con bancos privados, un instrumento de corto plazo que implica entregar activos soberanos como garantía. Fuentes cercanas a las negociaciones mencionan que incluso se barajan alternativas que involucran oro de las reservas como colateral. En todos los casos, los potenciales financistas plantean condiciones estrictas: una de ellas sería avanzar cuanto antes hacia una flotación plena del tipo de cambio, un escenario que el Gobierno se resiste por temor a la volatilidad electoral.
En definitiva, el viaje de Caputo representa uno de los últimos esfuerzos por garantizar liquidez antes de los comicios. La magnitud del desafío, sin embargo, va más allá de los plazos políticos: las reservas netas del Banco Central están exhaustas, la brecha cambiaria presiona sobre los precios y los mercados esperan señales concretas. En Washington, el equipo económico busca una jugada audaz que permita comprar tiempo. Si lo logrará, aún está por verse.