El Papa Francisco y su relación con el peronismo: un vínculo complejo y ambiguo

El Papa Francisco, quien falleció este lunes a los 88 años, se distanció a lo largo de su vida de muchas de las etiquetas políticas que se le intentaron adjudicar, incluyendo su supuesta afiliación al peronismo o su relación con la agrupación Guardia de Hierro. En diversas ocasiones, Bergoglio aclaró su postura, asegurando que nunca fue miembro del partido peronista ni militante de dicha facción de extrema derecha vinculada al peronismo ortodoxo, nacido en los años 60. En su libro El Pastor, escrito por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, el Papa afirmó: “Nunca estuve afiliado al partido peronista. Ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira”. Sin embargo, la relación entre Bergoglio y el peronismo, aunque nunca asumida explícitamente, fue más cercana de lo que muchos imaginaron.

A pesar de su rechazo a identificarse como peronista, Bergoglio compartió a lo largo de su vida pastoral varios principios cercanos a la doctrina del movimiento creado por Juan Domingo Perón, especialmente aquellos vinculados a la justicia social y la opción preferencial por los pobres. Nacido en 1936, Bergoglio vivió su adolescencia en un país dividido por la expansión del peronismo, en un contexto de agitación política que marcaría su generación. Durante esa época, la Iglesia y el peronismo vivieron tensiones y enfrentamientos, pero también hubo puntos de coincidencia, como la preocupación por los sectores más desfavorecidos de la sociedad. De hecho, la Doctrina Social de la Iglesia, en particular la llamada “opción preferencial por los pobres” formulada en los encuentros de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (1968) y Puebla (1979), coincidió con muchos de los valores promovidos por el peronismo. A pesar de estas similitudes, Bergoglio nunca se consideró un militante político, sino que se identificaba con una visión pastoral de la política.

Uno de los aspectos más complejos de su relación con la política argentina fue su actitud hacia los gobiernos peronistas. Aunque nunca asumió una postura militante, Francisco adoptó una actitud cercana, especialmente hacia figuras del kirchnerismo. Durante su papado, mantuvo un vínculo más cordial con la expresidenta Cristina Kirchner que con otros líderes políticos, lo que alimentó el imaginario de su cercanía al peronismo. En contraste, con el presidente Mauricio Macri, su trato fue distante y formal. Esta actitud, sumada a sus declaraciones sobre la pobreza y los movimientos sociales, reforzó la idea de que Bergoglio, sin ser peronista, compartía algunas preocupaciones fundamentales con el movimiento. No obstante, el Papa también mostró su independencia política, especialmente en sus críticas a diversas formas de autoritarismo y en su apoyo a los movimientos sociales que buscaban representar a los más vulnerables. En definitiva, la relación entre Francisco y el peronismo es un testimonio de las complejidades de la política argentina y del papel ambiguo que la Iglesia puede jugar en contextos tan polarizados.