Trump y el desafío de China: el eje de su política exterior si vuelve a la presidencia

En caso de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca en las próximas elecciones, su principal reto en política exterior será, sin lugar a dudas, la relación con China. La República Popular, con una economía de 19,6 billones de dólares, es la segunda más grande del mundo y, junto con Estados Unidos, conforma el núcleo del poder global. Ambos países representan las dos superpotencias que dominan los aspectos económicos, militares, tecnológicos y científicos del sistema internacional actual. Según Trump, cualquier política exterior futura estará marcada por esta competencia bipolar entre las dos potencias más grandes del planeta.

Durante su campaña, Trump ha señalado dos medidas clave que pretende implementar si es elegido presidente. En primer lugar, planea imponer un arancel del 10% a todas las importaciones con el objetivo de reducir la deuda pública de Estados Unidos, que ha alcanzado los 35 billones de dólares. Según la Reserva Federal, este nivel de deuda es insostenible y representa una amenaza para la estabilidad del dólar, la moneda de reserva mundial y una de las principales herramientas de poder estadounidense. Trump cree que esta medida es necesaria para evitar una crisis económica y reforzar la posición de Estados Unidos en el escenario global.

Además, el expresidente ha criticado el acuerdo comercial USMCA, que une a Estados Unidos con México y Canadá. Trump afirma que el actual tratado beneficia a las industrias extranjeras, en especial las chinas, que fabrican automóviles eléctricos e híbridos en México y los exportan a Estados Unidos. En respuesta, ha anunciado que impondrá un arancel del 60% a estos vehículos, lo que prácticamente bloquearía su ingreso al mercado estadounidense. Para Trump, el USMCA es una extensión de la potencia productiva estadounidense, y cualquier revisión del acuerdo requerirá el pleno apoyo de México y Canadá.

La política de Trump hacia China también incluye la búsqueda de un acuerdo estratégico, en el que Estados Unidos recupere su liderazgo mundial. En su visión, esta colaboración deberá ser cooperativa y no antagónica, especialmente en áreas clave como la tecnología y la Cuarta Revolución Industrial. Según Trump, solo a través del fortalecimiento interno y el dominio de la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas, Estados Unidos podrá negociar desde una posición de poder con China. La “Regla de Tucídides”, que postula que una potencia ascendente inevitablemente desafía a una potencia establecida, marca el telón de fondo de esta relación, con el objetivo de evitar un conflicto y promover un desarrollo conjunto que beneficie al mundo.