En un evento reciente en Butler, Pensilvania, Donald Trump y Elon Musk compartieron escenario, marcando una alianza estratégica en la recta final de la campaña presidencial que culminará el 5 de noviembre. Musk, ahora el principal vocero y mano derecha del ex presidente, se ha convertido en el símbolo de la tecnología más avanzada de Estados Unidos, con un enfoque en la Inteligencia Artificial (IA) como motor de una nueva fase del capitalismo. Ambos líderes promueven un ambicioso plan económico basado en la “destrucción creadora”, que implica la transferencia masiva de capital y trabajo hacia los sectores de mayor productividad, principalmente impulsados por la alta tecnología y la IA.
Este concepto, arraigado en las teorías económicas de Joseph Schumpeter, destaca la capacidad del capitalismo para reinventarse a través de la innovación y la competencia. “La fortaleza esencial de la economía norteamericana es su capacidad de destrucción creadora”, señaló Trump durante el evento, citando también a economistas como Alan Greenspan y John Maynard Keynes. El plan de Trump y Musk se basa en una desregulación masiva de Silicon Valley y Wall Street, con el objetivo de incentivar fusiones, adquisiciones y la inversión en tecnologías emergentes. Según el equipo de campaña, este enfoque está diseñado para encender los “animal spirits”, o la pasión por invertir, particularmente entre los emprendedores pequeños y medianos, quienes, aseguran, son el corazón del capitalismo.
La alianza Trump-Musk también propone una serie de medidas económicas clave, como una reducción histórica de los impuestos corporativos del 21% al 15%, la más baja desde la Revolución Industrial. Esta medida, junto con la desregulación de las empresas tecnológicas, podría generar ingresos superiores a los 3 billones de dólares en la próxima década, según estimaciones de los asesores de Trump. “El capitalismo se desarrolla a través de la absorción de revoluciones tecnológicas sucesivas”, afirmó Musk en su intervención, citando a Schumpeter y destacando la necesidad de fomentar la competencia mediante la eliminación de barreras burocráticas.
En el centro de esta estrategia se encuentra la Inteligencia Artificial, que Trump y Musk ven como el futuro del crecimiento económico global. “La alta tecnología estadounidense vive y muere en el destino de las startups de la Inteligencia Artificial”, declaró Musk, haciendo referencia al “Manifiesto de los Tecno-Optimistas”, un documento suscrito por destacados líderes de Silicon Valley y académicos de la Universidad de Stanford. Esta visión de una economía desregulada y centrada en la IA busca que Estados Unidos mantenga su liderazgo como la primera potencia mundial, apoyándose en la innovación tecnológica como pilar fundamental del desarrollo.
La campaña de Trump se enfoca en convencer a los votantes de que esta “explosión” de la Inteligencia Artificial, combinada con incentivos fiscales y la reducción del aparato burocrático, será la clave para revitalizar la economía estadounidense y asegurar su dominio en el escenario global. Con Elon Musk como aliado principal, Trump apuesta a que el próximo mandato presidencial sea un periodo de transformación radical, impulsado por la innovación y la destrucción creativa.