El 8 de marzo de 2022, durante una emotiva conmemoración del Día de la Mujer, el entonces presidente Alberto Fernández declaraba con vehemencia: “Me da vergüenza que en la Argentina una mujer padezca violencia de género”. Estas palabras, pronunciadas en un evento en José C. Paz, reflejaban una de las principales agendas de su gobierno. Fernández estaba acompañado por Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, y por el intendente local Mario Ishii. Sin embargo, estas declaraciones adquieren un tono irónico y contradictorio tras la reciente denuncia de violencia y maltrato físico presentada por su entonces compañera y primera dama, Fabiola Yañez.
El compromiso de Fernández con la igualdad de género no era nuevo. En 2021, durante el Encuentro Federal del Plan de los 1.000 días en Tecnópolis, cerraba su discurso con una promesa clara: “Acá que hay muchas mujeres, por favor, empodérense. Los hombres también tenemos que hacer ese aprendizaje, porque venimos de esa cultura que ponía en segundo lugar a la mujer. Les prometo que el primer feminista voy a ser yo”. En ese evento, Fernández estuvo acompañado por las ministras de Salud, Carla Vizzotti; y de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, junto a otras figuras prominentes del gobierno, incluyendo a la propia Fabiola Yañez, entonces embarazada.
Estas promesas y declaraciones contrastan drásticamente con los hechos que salieron a la luz recientemente. Aunque no se han divulgado detalles precisos sobre el maltrato físico denunciado por Yañez, se sabe que ocurrió durante su embarazo. Este escándalo se suma a las críticas de una gestión que, si bien avanzó en la legalización del aborto y en la implementación del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Género, ahora se ve empañada por denuncias que señalan una profunda contradicción entre el discurso público de Fernández y su vida privada.
Durante su mandato, Fernández fue aclamado por su aparente apoyo al movimiento feminista, al punto de recibir el cántico “Alberto presidenta” de la militancia. Sin embargo, hacia el final de su gobierno, esas consignas y apoyos parecían desvanecerse. En 2023, al lanzar el Programa Constructoras, Fernández se autocomplacía al afirmar: “Mi mérito fue ponerme al frente de esa inmensa marea verde que conmovió a todos y que no ha terminado, y que hay que seguir”. No obstante, este aparente apoyo feminista contrasta con la realidad revelada por los mensajes de WhatsApp de su secretaria, donde se evidencian negociados y maltratos que desdibujan su imagen de “primer feminista”.
La gestión de Fernández con respecto a los derechos de las mujeres y la violencia de género ha terminado siendo vista como un símbolo vacío, especialmente bajo la administración de Javier Milei, que ha desmantelado el Ministerio de las Mujeres. Las contradicciones y escándalos de su mandato han dejado una marca indeleble, mostrando que las acciones personales pueden anular los logros políticos y transformar promesas en meras palabras huecas. En su despedida, Fernández intentaba resguardar su legado diciendo: “Soy un presidente que nunca fui denunciado por corrupción y que además dejo el Gobierno con el mismo patrimonio con el que entré”, pero la realidad de los hechos parece contradecir su propia narrativa, cerrando su mandato con una denuncia por violencia de género que oscurece aún más su ya controvertida gestión.