La Plata, la ciudad diseñada bajo la ilusión masónica de grandeza por Dardo Rocha hace casi siglo y medio, sigue despertando de su legado imposible. En un esfuerzo por recuperar el esplendor del eje histórico, que abarca plazas, palacios de gobierno y el espacio público, la capital provincial enfrenta desafíos contemporáneos. Esta ciudad, originalmente concebida con ideales higienistas y avenidas anchas y soleadas, se ve hoy obligada a librar batallas cotidianas para cumplir con la visión de su arquitecto, Pedro Benoit.
En el centro de estas batallas se encuentra la erradicación de la venta ambulante en zonas de tránsito peatonal y comercial. Recientemente, los manteros fueron intimados a desalojar las veredas donde operan, un hecho que presagia una guerra por cada metro cuadrado de espacio público. Mientras 600 puesteros aceptaron relocalizarse en una feria en el playón de la estación Meridiano V, un centenar de vendedores ilegales, distribuidos en avenidas y calles principales, resisten el desalojo. “La venta ilegal cambió, hay menos senegaleses, pero no baja. Los comerciantes están muy preocupados”, señaló Diego Piancazzo, gerente de la Cámara de Comercio de La Plata.
La problemática se agrava con la presencia de vendedores senegaleses, quienes, respaldados por abogados y en su momento por apoyo político, resisten las acciones municipales. Un censo de la Universidad Nacional de La Plata reveló que el 90% de estos vendedores se dedican a la venta ambulante, sin lograr integrarse plenamente en la sociedad local. La justicia ha intervenido anteriormente a su favor, destacando el derecho a la igualdad y no discriminación, lo que llevó a suspender operativos en su contra. “Nuestra función no tiene nada que ver con persecución de ninguna naturaleza. Es sólo aplicar la legislación vigente”, sostienen las autoridades municipales.
Detrás de la venta ambulante hay un entramado más oscuro que incluye trata de personas y contrabando de mercadería. Investigaciones recientes revelaron que productos ilegales ingresan desde Brasil y Misiones, alimentando el comercio informal en las calles de La Plata. La situación, además de representar una competencia desleal para los comerciantes en regla, refleja un problema global de migración forzada y explotación.
En este contexto, la Municipalidad de La Plata ha iniciado un ambicioso plan de remodelación de plazas y parques, con una inversión de 3.000 millones de pesos. La intención es devolverle a la ciudad el brillo que alguna vez inspiró al escritor Pedro Henríquez Ureña a llamarla la “Atenas de América”. Sin embargo, la lucha por el espacio público y la legalidad de la venta ambulante apenas comienza, y la utopía de una ciudad ordenada y próspera parece aún distante.