El asesinato del militante peronista Carlos Alberto Fernández (63) ha conmocionado a la comunidad y desencadenado un ferviente reclamo de justicia por parte de sus compañeros de agrupación. “Atrapen a los asesinos”, claman en los mensajes de WhatsApp de su grupo político, mientras las redes sociales se llenan de homenajes y denuncias. Fernández, un conocido seguidor de la vicegobernadora de Buenos Aires, Verónica Magario, manifestaba en sus perfiles sociales su apoyo con el lema “Magario Conducción”.
El trágico incidente ocurrió a un kilómetro de su hogar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La noche del jueves, mientras se preparaba para ver el partido de la Selección Argentina, dos ladrones lo atacaron cerca de la intersección de San Juan y Boedo, un lugar emblemático del tango porteño. Un disparo al lado del corazón acabó con su vida, truncando su pasión militante, su amor por la familia y su fervor por Boca Juniors.
Carlos Alberto Fernández tenía una larga trayectoria en la militancia peronista. Vinculado a la burocracia partidaria en diversos niveles de la administración pública y legislativa, en su última etapa se desempeñaba como asesor en la vicegobernación bonaerense, bajo el liderazgo de Verónica Magario. Su carrera comenzó en los años ochenta con Alberto Pierri, un influyente dirigente peronista, y continuó con importantes figuras como Alberto Balestrini y Fernando Espinoza en La Matanza. En 2015, Fernández trabajó en la campaña presidencial de Daniel Scioli y más recientemente, en 2019, en la campaña de Alberto Fernández para la presidencia de la Nación.
Los testimonios de quienes lo conocieron lo describen como una persona amable y respetada en la Legislatura. Aunque residía en el barrio porteño de Caballito, su influencia no se limitaba a un rol tradicional de “puntero” barrial, sino que se extendía a través de contactos clave en la política. Su última misión importante fue trabajar en la Secretaría de Deportes de la Provincia de Buenos Aires, mostrando su compromiso constante con el servicio público.
La Policía de la Ciudad de Buenos Aires ha identificado a los sospechosos a través de la verificación de rostros, y la Fiscalía número 56, a cargo de Edgardo Orfila, está investigando el caso. La comunidad, en medio de la tristeza y la indignación, espera respuestas y acciones rápidas. Mientras tanto, Carlos Alberto Fernández se ha convertido en un expediente judicial, su vida y legado un recordatorio de los peligros que acechan incluso a los más dedicados servidores públicos.